Por Rebeca Crespo – gaceta.es
El testimonio de quienes huyeron de Venezuela en contra de su voluntad por la necesidad urgente de buscar una vida mejor -o una vida, a secas- es el mejor aviso que tenemos en el resto de países de Iberoamérica, y también en Europa, de los peligros y las consecuencias nefastas que provoca el Socialismo del siglo XXI.
Entre ellos, la experiencia de Carlos González, un docente venezolano de 53 años que cuenta en un vídeo que se ha hecho viral en las redes sociales las dificultades y penurias que sufrió en su país -Venezuela- por culpa de la dictadura de Nicolás Maduro, es de los que calan hondo.
“Socialismo es pobreza, destrucción, retraso y pérdida de tu familia“. Es la llamada de auxilio que González lanza en su vídeo en el que detalla su experiencia como venezolano y cómo, pese a ser docente de profesión, los míseros sueldos del país apenas le alcanzaban para comer y, por tanto, se vio en la obligación de abandonar su patria: “Cuando tú ves que, con dos o tres empleos, la cosa no resulta, te ves en la obligación de tener que salir de tu país. Me ha tocado trabajar vendiendo comida en la calle, café, chocolate… me ha tocado trabajar paseando perros y ahora, con esta situación de la pandemia, a diario vives con una zozobra, con una angustia, con un nudo en la garganta”, cuenta en un intento desesperado de aguantar las lágrimas.
La dictadura comunista venezolana no permite el acceso de sus ciudadanos a un salario digno. Sus sueldos se quedan muy lejos de la definición de la palabra ‘dignidad’. González explica que, en Venezuela, los salarios mínimos equivalen a dos o tres dólares: “¿Qué puedes hacer con tres dólares? ¿Qué puedes comprar? Aunque en una casa trabajen cuatro, cinco… son quince, veinte dólares, ¿ qué puedes comprar con veinte dólares?”.
Las nefastas consecuencias del comunismo, del socialismo del siglo XXI, que ya está completamente instalado en varios países de Iberoamérica a través de dictaduras como la de Venezuela, Cuba o Nicaragua, y que amenaza con extenderse al resto de países -como ya ha comenzado a hacerlo en Argentina con el presidente Alberto Fernández- son encubiertas con palabras como solidaridad y unión pero, la realidad es que solo acarrean miseria y la separación de sus ciudadanos. “Cuando salí no había problemas de alumbrado y ‘ahorita’ Venezuela vive en un socialismo sin electricidad, sin tecnología, sin internet, sin educación, sin salud, sin medicinas…socialismo, socialismo…”, suspira González con impotencia.
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Por si las penurias económicas y los sueldos, que ni siquiera alcanzan para cubrir las necesidades básicas y primordiales de un ser humano, fueran poco, el comunismo también provoca la ruptura de las familias, cuyos miembros se ven obligados a huir y emigrar a otros países en busca de un futuro: “Socialismo es esto que estoy viviendo, familias separadas (…). Socialismo es un Gobierno como el de Chávez o Maduro. ¡Socialismo es pobreza, destrucción, retraso y pérdida de tu familia. Eso es socialismo!”.