El aumento de la tensión en las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y China parece no haber encontrado techo en un amplio abanico de temas. Según la mirada de varios analistas, la dura e inflexible postura de la Administración Trump ante los abusos y el autoritarismo del régimen comunista parece haber desconcertado a Beijing y hasta amenaza su propia existencia.
Una de las voces que reafirma esta hipótesis es la del reconocido académico chino-estadounidense Minxin Pei, quien no duda en sostener que, por ejemplo, el avance del Partido Comunista chino (PCCh) sobre Hong Kong traerá “consecuencias nefastas” al país asiático.
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“El futuro de Hong Kong como centro financiero internacional está ahora en peligro”, apunta Pei en referencia a la cuestionada ley de seguridad nacional impuesta por el Congreso Nacional Popular del PCCh que pone fin al modelo de “un país, dos sistemas”, el cual había prevalecido desde 1997, cuando la ciudad fue devuelta del dominio británico al chino.
En una columna publicada el 12 de julio en el South China Morning Post, el profesor Pei apunta que en efecto, tal avasallamiento de las libertades del pueblo hongkonés no hará más que fortalecer la resistencia de los residentes decididos a defender su libertad lo que terminará provocando que la ciudad autónoma sea aún menos estable.
Además, destaca el académico del Claremont McKenna College, el avance unilateral de Beijing ayudará a Washington a “persuadir a los vacilantes aliados europeos para que se unan a su naciente coalición contra China”.
“Por lo tanto, es probable que las consecuencias a largo plazo para China sean nefastas”, resume tajante.
Sin embargo, el miembro del think tank German Marshall Fund matiza que semejante jugada de “poco sentido” no es propia de Xi Jinping, sino que no hace más que reflejar la propia esencia del PCCh.
La naturaleza violenta, astuta y codiciosa del régimen chino
“El partido ve el mundo, ante todo, como una selva”, visualiza el profesor Pei explicando que, en efecto, si bien “los grandes errores de cálculo” de la política china pueden ser obra de Xi lo cierto es que la razón más importante de “las políticas autodestructivas del gobierno chino” es la propia “mentalidad” del PCCh.
“El partido está convencido de que su supervivencia a largo plazo depende únicamente del poder en bruto”, apunta el académico exponiendo que los 28 años de lucha violenta del PCCh hasta que usurpó el poder así lo demuestra.
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Además de la violencia, según el autor, al PCCh lo caracteriza la astucia, de forma tal que es capaz de engañar a la comunidad internacional cuando “el equilibrio de poder está en contra”.
Nuevamente, siguiendo con el ejemplo de Hong Kong, cuando Beijing se comprometió en la Declaración Conjunta de 1984 con Gran Bretaña a mantener la autonomía de Hong Kong durante 50 años después de la entrega de 1997, “actuó por debilidad y no por creencia en el derecho internacional”, sostiene Pei.
“Como el equilibrio de poder se ha inclinado a su favor desde entonces, China ha estado siempre dispuesta a romper sus compromisos anteriores cuando hacerlo sirve a sus intereses”, expone citando como caso testigo el fin del llamado “un país, dos sistemas”.
El tercer rasgo que caracteriza al PCCh, siempre en palabras de Pei, es la codicia. El partido cree que, además de él, todas las naciones del mundo se rigen por este deseo.
“Aunque los países occidentales pueden profesar lealtad a los derechos humanos y la democracia, el Partido Comunista cree que no pueden permitirse perder el acceso al mercado chino”, apunta.
“Ese cinismo impregna ahora la estrategia de China de afirmar su control sobre Hong Kong”, dice el autor y explica: “Los líderes chinos esperan que la ira de Occidente por sus acciones se desvanezca rápidamente, calculando que las empresas occidentales están demasiado involucradas en la ciudad como para dejar que los peligros del estado policial de China sean un factor de ruptura”.
Un adversario inesperado
Hasta hace poco, la postura permisiva de Occidente ante el avance del autoritarismo chino en la comunidad internacional “parecía haber reivindicado la visión hobbesiana del mundo del Partido Comunista”, señala Pei contrastando que todo cambió con la llegada del Presidente Donald Trump a la Casa Blanca.
“Desafortunadamente para el Partido Comunista, por lo tanto, ahora tiene que enfrentarse a un adversario mucho más decidido”, señala el intelectual y va un paso más allá:
“Peor aún, la voluntad de Estados Unidos de absorber el enorme dolor económico a corto plazo para obtener una ventaja estratégica a largo plazo sobre China indica que la codicia ha perdido su primacía”.
En particular, Pei resalta que la estrategia de “disociación” del Presidente Trump, que amenaza con romper los estrechos vínculos económicos entre ambas naciones, “ha tomado por sorpresa a China”.
En efecto, según el autor, ningún dirigente del PCCh “imaginó nunca” que Washington estaría dispuesto a relegar el mercado chino en pos de objetivos geopolíticos más amplios.
¿Cómo continuará esta obra en el futuro? Pei pronostica un futuro oscuro para el PCCh, ya que la “serie de errores estratégicos” que ha cometido Beijing lo ha dejado al borde de su disolución.
“Por primera vez desde el final de la Revolución Cultural, el partido se enfrenta a una verdadera amenaza existencial”, sintetiza.
Por Miguel Díaz